Durante los años 70 y 80, el mercado automovilístico cubano fue testigo de una notable avalancha de dos tipos de coches de fabricación soviética: el Lada y el «más deportivo» Muscovy. Para sorpresa de nadie, el privilegio de comprar uno de estos coches sólo lo tenían unos pocos, generalmente profesionales (como médicos), oficiales militares y militantes del Partido a los que el Estado quería recompensar, a veces con el objetivo de refrescar su lealtad. Sin embargo, cuenta la leyenda que los dos tonos de rojo asociados a los Lada indicaban la posición de su propietario en el establishment del Partido o, sencillamente, en el servicio de inteligencia o MININT. Este, de un rojo Stalin brillante, parado frente a una escuela primaria estatal, parece asombrosamente nuevo. Miramar, La Habana, 2008.