Situado en el antiguo convento de San Francisco de Asís y marcado por un gran campanario colonial, este museo de la ciudad colonial de Trinidad conmemora los seis años de represión del estado comunista de los levantamientos campesinos en El Escambray, la región montañosa central del país (1960-1966). Inicialmente avivadas por agentes de la CIA y grandes terratenientes durante sus dos primeros años, las rebeliones pronto se extendieron tanto que representaron una guerra civil no reconocida oficialmente y “abandonada” por agentes externos, pues los pequeños agricultores no eran de interés para Estados Unidos, sino los de los grandes terratenientes. También los campesinos rebeldes encontraron apoyo masivo entre sus semejantes de clase, pobres y aislados del Escambray, que rechazaban la exigencia del Estado de controlar la producción, el precio y los mercados de su cosecha de café. Como los dirigentes cubanos afirmaban haber salvado a todos los campesinos de la pobreza y el abandono estatal, las noticias sobre la guerra eran tabú entonces e incluso ahora. El lenguaje gubernamental sobre la violencia sigue reflejando esta situación: los rebeldes campesinos son considerados meros «bandidos» y la guerra se denomina «la lucha contra los bandidos». Trinidad de Cuba, 2001.