Cuando el Partido Comunista votó a favor de «legalizar» la libertad religiosa en 1991, después de tres décadas de imponer el ateísmo como ideal social, ideológico y cultural, quizás ninguna otra religión se benefició más que la Regla de Ocha, mejor conocida como la Santería. Creada por africanos esclavizados, negros libres y esclavos criollos en el siglo XIX y enraizada en las tradiciones yoruba, la Santería fue perseguida oficialmente desde finales de los años sesenta, cuando el Partido Comunista la declaró «oscurantista» [promotora de las artes oscuras] e ideológicamente destructiva. El Código de Defensa Social de 1974 exigía incluso una condena automática de dos años para cualquier adulto que transmitiera el conocimiento de la fe a menores. A partir de la década de 1990, sin embargo, se hizo común la visibilidad de nuevos iniciados como esta abuela y su nieta, ambas vestidas con el traje blanco de yabós mientras disfrutan de un paseo en el fin de semana. Tomé esta foto años después del supuesto final del Periodo Especial, en el apogeo de lo que parecía ser un «boom» de iniciaciones a la fé afro-cubana. La Habana Vieja, 2011.