Desde noviembre de 1999 hasta junio de 2000, la historia de Elián, de cinco años, fue noticia ineludible en Estados Unidos. Rescatado por unos pescadores de una cámara de aire el Día de Acción de Gracias después de que su madre muriera mientras huía de Cuba, el niño se convirtió en el centro de una guerra mediática y una angustiosa batalla legal entre los exiliados que exigían que se quedara en Miami y el gobierno estadounidense que pretendía hacer cumplir la ley de inmigración estadounidense y devolver a Elián a su padre en la isla. Viajé a Cuba entre diciembre y enero de 2000 para ser testigo directo de las reacciones de los isleños. La mayoría de los cubanos que conocí apoyaban el regreso de Elián, pero también sabían que Fidel Castro le estaba utilizando tanto como los políticos del exilio de Miami: era el anuncio perfecto para las afirmaciones de rectitud moral de cada bando y sus pretensiones de representar a “la verdadera Cuba”. Sin embargo, por toda La Habana, los carteles con el rostro de Elián sólo parecían resaltar las ironías de la Cuba postsoviética. Mientras que las vallas publicitarias mostraban a los icónicos Pioneros Comunistas guardando un sitio en clase para Elián, un cartel en el recién inaugurado Benetton de La Habana -la tienda más cara del país- podría haberse confundido fácilmente con imágenes similares en un centro comercial de Miami. La Habana, enero de 2001.