Durante casi tres décadas, los plantadores propietarios de esclavos habían complementado su mano de obra esclava con sirvientes chinos contratados. Sin embargo, el uso del término “sirviente” y las condiciones de sus contratos resultaron ser mentiras. Engañados para viajar a Cuba por lo que pensaban que era un trato comercial o de negocios, decenas de miles de hombres, en su mayoría chinos, recibieron un trato idéntico al de los africanos esclavizados en las plantaciones. Incluso después de que la protesta internacional y una investigación pusieran fin al comercio en la década de 1870, la mayoría de los chinos se vieron obligados a cumplir sus contratos. Pocos sobrevivieron. Miles de ellos se congregaron en Sagua la Grande, donde fundaron esta sociedad social y de ayuda mutua en 1880. La encontré justo enfrente de la humilde casa del pintor afrochino Wifredo Lam. Sagua la Grande, marzo de 2002.