La popularidad del buenmozo (y casi siempre sonriente) Comandante Camilo Cienfuegos rivalizó con la de Fidel Castro hasta finales de octubre de 1959, cuando el avión que debía llevarlo de regreso de Camagüey a La Habana desapareció misteriosamente sobre aguas abiertas. Sólo unas horas antes, había expresado cierta inquietud al arrestar a su compañero el comandante Huber Matos por renunciar a su cargo para protestar por el ascenso de comunistas secretos a puestos importantes en el Ejército Rebelde. Matos pasó veinte años en la cárcel, mientras «Camilo» se convertía en un mito maleable y en un mártir del Estado. Fechado entre 1968 y 1970, los sellos lo convirtieron en un ícono del supuesto siglo ininterrumpido de revolución cubana y en el progenitor de “los camilitos”, cadetes de una de las más prestigiosas academias militares comunistas de Cuba. Colección Eduardo “Guayo” Hernández, Bibliotecas Smathers, Universidad de la Florida