Un ejemplo casero de lo que se llama en inglés “una torta de libra” por su densidad y peso, esta panetela al estilo tradicional cubano fue hecha con dos de los mayores lujos en la dieta cubana durante el Periodo Especial: leche y mantequilla. También la recubrí y decoré con un alimento cuya legendaria disponibilidad en el extranjero muchos cubanos mayores cuestionaban con nostalgia: ¡melocotones en conserva! La mayoría de los niños cubanos que conocí nunca habían probado un melocotón enlatado, ni mucho menos la mantequilla, aunque el gobierno seguía proporcionando pasteles de cumpleaños anuales a los niños a través del sistema de racionamiento (por la libreta). Hechos en las panaderías del estado con aceite vegetal y sin leche, esos pasteles me sabían rancios, aunque siempre estaban recién horneados. Así que cuando veía mantequilla en una tienda estatal (que la vendía en dólares, no pesos cubanos), la compraba y me esforzaba por conseguir rápidamente en el mercado negro otros ingredientes para una panetela, como huevos, harina y leche en polvo o en lata (la leche fresca parecía no existir). Compartir una panetela como ésta con amigos y familiares evocaba invariablemente una rememoración de recuerdos históricos, mi parte favorita. PUERTA DE GOLPE, PINAR DEL RIO, MARZO DE 1997.