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Venta ilegal de ajos en la autopista a Pinar del Río – abril de 1997

Aunque el paquete de reformas económicas lanzado en 1992 incluía la legalización de un sector privado no estatal de pequeños negocios, las leyes limitaban la concesión de licencias a un número muy limitado de categorías. Para monopolizar los beneficios de los turistas y los ciudadanos, el Estado prohibió la venta de muchos bienes y servicios por parte de los empresarios que producían sus propios negocios. Después de cumplir las cuotas a los hoteles y restaurantes propiedad del gobierno, los campesinos sólo podían vender un excedente de verduras y un número muy restringido de productos básicos como el arroz a través de los mercados campesinos «libres» llamados agro pecuarios. Muchos optaban por arriesgarse a ser multados o arrestados acercándose a los automovilistas que recorrían las carreteras cubanas con productos exquisitos, como trenzas de ajo de cosecha propia, a lo que los extranjeros consideraban precios de ganga. Aquí, mi hermana (entonces estudiante de medicina de visita), la Dra. Lucy Guerra, compra ajos para nuestros parientes lejanos por sólo cinco dólares la trenza. La cantidad, sin embargo, equivalía al salario medio de todo un mes del Estado.