Situado en las calles Monte y Arroyo, este gigantesco mercado cubierto era famoso antes de la Revolución de 1959 por albergar los más diversos y suculentos productos agrícolas, así como numerosos puestos de comida. Aunque la mayoría de los puestos agrícolas seguían vacíos en 2005, la variedad de productos en cada uno de ellos seguía siendo una novedad. En la década de los 90, a menudo se tenía la suerte de encontrar agricultores que vendían las mismas dos o tres cosechas, como judías verdes, cebollas pequeñas (recogidas antes de que estuvieran listas para satisfacer la demanda y ganar dinero lo antes posible) y patatas. Para los cocineros como yo, tener acceso a prácticamente todos los ingredientes que se necesitan para un plato tradicional cubano (¡incluidos el cilantro y el culantro!) era una experiencia única en la isla, aunque por la que pocos cubanos podían pagar. Sin embargo, uno de los productos más emocionantes que aparecieron en los agros de La Habana fueron las flores y los ramos de flores: después de una década investigando y viviendo en Cuba, el único lugar donde las había visto venderse era cerca del monumental e histórico Cementerio Colón, cerca de la famosa intersección de 12th y 23rd , donde también se encuentran las galerías de arte de Cuba y el ICAIC, la industria cinematográfica del gobierno. Las fabulosas y fragantes flores blancas llamadas mariposas (otra importación asiática de la época colonial) eran desde hace mucho tiempo endémicas de las tierras altas centrales de El Escambray. Las mujeres espías de las tres guerras de independencia de Cuba contra España, que llevaban la correspondencia y las órdenes a los rebeldes en el campo a través de largas distancias, introducían diminutas tiras de mensajes codificados en el interior de las mariposas y decoraban su pelo con ellas. Hasta que vi estas flores en Cuatro Caminos en 2005, sólo las había visto (y olido) creciendo en las montañas.