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The Small Business Boom – julio de 2008

En la primera década de los años 2000 aumentó el número de reparadores, ya que los familiares y antiguos vecinos que emigraron al extranjero empezaron a enviar materiales a los artesanos cualificados de la isla que podían atender a los ciudadanos que necesitaban arreglar artículos personales pequeños pero esenciales, como los relojes (imagen 13). Conocidos en la jerga cubana como merolicos, los reparadores incluían a empresarios dedicados al sencillo (aunque peligroso) servicio de rellenar encendedores desechables por centavos utilizando el gas que quedaba dentro de latas usadas de mata cucarachas, laca para el pelo y similares. La imagen 14 muestra a un joven que maneja una máquina de coser industrial en primer plano y a un rellenador de mecheros, ambos situados en los bordes de la Plaza Vieja de La Habana. Los taxistas privados también ampliaron sus servicios para incluir el servicio de limusinas para bodas, especialmente cuando los exiliados cubanos en el extranjero empezaron a traer (ilegalmente) docenas de vestidos de novia para alquilarlos, recuperarlos, limpiarlos en seco en Miami y devolverlos a Cuba para que los utilizaran otros clientes (imagen 15). Otras actividades económicas ilegales, pero muy visibles, fueron el regreso de las peleas de gallos (imagen 16), que en su día fueron un deporte campesino nacional (como lo siguen siendo en el cercano Puerto Rico), especialmente en el oeste de Cuba. En este caso, los guajiros entrenan sin miedo a sus gallos a plena luz del día a lo largo de un camino hacia Cayo Jutía, Pinar del Río.

Image 14
Image 15
Image 16