Escrita en 1974, esta carta del barón cubano del azúcar Alfonso Fanjul a su primo y también magnate George Braga revela la estrecha relación entre la política exterior de Estados Unidos hacia Cuba y el poder de la élite más rica de Estados Unidos. Tras la apertura de relaciones con China y Rumanía por parte del Presidente Richard Nixon, Estados Unidos inició los esfuerzos para negociar los términos del restablecimiento de los lazos diplomáticos con la Cuba de Castro. Tras el escándolo de Watergate, el Presidente Jimmy Carter retomó la actividad donde la había dejado Nixon, logrando la apertura de los servicios consulares por primera vez desde 1960 y la liberación de casi 4.000 presos políticos. Su traslado a Estados Unidos tenía un claro valor para Fidel Castro, que no quería que ni siquiera los que habían cumplido condenas de 15 a 20 años socavaran los objetivos del Estado de crear una ciudadanía ideológicamente homogeneizada. Lo más interesante de todo, quizás, es el ruego de Alfonso Fanjul de que su apoyo a una apertura nunca se hiciera público: hacerlo levantaría la ira de los exiliados de extrema derecha, miles de los cuales controlaban y vigilaban una política de suma cero de no-negociación en Miami, al igual que Fidel Castro hacía en La Habana. Colección Hermanos Braga, Special and Area Studies Collections, Biblioteca Smathers, Universidad de Florida.