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MERCADO CARLOS III, UNA RELIQUIA DE LA ERA BATISTA

Financiado mediante préstamos gubernamentales aprobados por el dictador Fulgencio Batista para sus amigos y compinches a mediados de la década de 1950, el «Mercado Carlos III» representaba el epítome de la modernidad. Como uno de los primeros centros comerciales de América Latina, Batista lo señaló como prueba del compromiso de su administración con el «desarrollo». Bajo el régimen comunista, el Mercado Carlos III cumplió varias funciones, aunque desde la década de 1980 era en su mayor parte un cascarón vacío de estanterías desnudas llenas de polvo. Reabierto bajo la «gestión» de Raúl Castro hace una década, el centro comercial es ahora uno de los únicos lugares donde pueden adquirirse en divisas fuertes muchos artículos domésticos y alimentos considerados básicos fuera de Cuba. Concebido para disponer de aire acondicionado -un invento de los años cincuenta-, el centro comercial no fue diseñado para las condiciones típicas de la era comunista. A diferencia de Puerto Rico, donde la gente que no puede permitirse aire acondicionado en sus casas suele inundar los centros comerciales como si fueran parques públicos, los compradores procedentes de las filas de visitantes extranjeros y de la rica élite política de la isla tienen que enfrentarse al menos a un aspecto de la realidad que todos los cubanos comparten: el calor. Centro Habana, noviembre de 2011.