Cuando la famosa estrella italiana de la ópera Enrico Caruso visitó el lujoso Hotel Sevilla de La Habana, construido en 1908, los camareros crearon en su honor una bebida caribeña cargada de hierbabuena llamada El Caruso. Una parte de ginebra, una parte de vermut seco, media parte de crema de menta y media parte de hojas de hierbabuena machacadas, este cóctel ha sido mi favorito desde que lo probé por primera vez en mis tiempos de estudiante doctoral gracias a Ricardo González, propietario cubano del legendario bar The Cardinal de Madison, Wisconsin. Aunque el Sevilla estaba en restauración en el momento de mi visita en 2016, ningún camarero allí (o en cualquier bar de La Habana) había oído hablar de la bebida. Luego, a sorpresa mía, cuando me alojé en el Hotel Velasco, en el centro de Matanzas, El Caruso no estaba en la carta, ¡pero el cantinero “todavía” lo conocía! Normalmente, un buen Caruso se sirve colado o a la roca, pero dado el calor del mediodía de julio, mi camarero sugirió hacerlo helado y al estilo daiquirí. No tuve ninguna queja. (Julio 2016)