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ARCHIVO DE MILAGROS

A lo largo de los siglos, desde 1612, la imagen de la Virgen de la Caridad se convirtió también en símbolo principal de la cubanidad y fuente de curaciones milagrosas para decenas de miles de creyentes. Su santuario guarda cientos de miles de objetos, llamados milagritos, que estos creyentes han traído y dejado en él. Mensualmente, las monjas que lo atienden cuidan y guardan con reverencia los milagritos antiguos, al tiempo que permiten a los peregrinos exponer los nuevos. En el santuario principal de la iglesia hay una vitrina con docenas de uniformes, bates y pelotas de las ligas mayores y menores de los Estados Unidos que los jugadores cubanos han traído a la Virgen como testimonio del milagro que pidieron: salir de Cuba y desarrollar su potencial atlético.

 

 

Cerca de allí, en la Sala de los Milagros, hay docenas de muletas y otros equipos médicos que los creyentes discapacitados trajeron para mostrar cómo Dios, a través de las oraciones a María, los había curado. Los pequeños alfileres de plata de generaciones anteriores, con forma de brazo, corazón, pierna, cerebro, hígado, vesícula biliar y similares, cuentan historias de enfermedades curadas y cuerpos restaurados. Estos milagritos son símbolos de la intervención divina en vidas individuales que la Virgen ha llevado a cabo en los tres últimos siglos. Lo más sorprendente de todo, quizás, son las tablas que cuentan las historias de los cubanos contemporáneos de hoy.  Las personas que terminaron una carrera universitaria o una tesis traen sus diplomas o una copia de la propia tesis como ofrenda de agradecimiento. Los oficiales militares abandonan sus uniformes, estrellas y condecoraciones como muestra de su pesar, su arrepentimiento o, en algunos casos, su irónico sentimiento de que Dios era responsable de su éxito en un Estado comunista. Las casas, construidas con papel y pegamento, cuentan la historia de cubanos que perdieron sus hogares a causa de huracanes, inundaciones e incendios, sólo para reconstruirlos y sobrevivir, con la ayuda de la Virgen María. Todas ellas se exhiben como milagros -actos divinos de amor misericordioso- y testimonios personales de profunda fe.