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Contradicciones del liderazgo

Con José Martí a sus espaldas, un presidente cubano sentado habría contemplado dos retratos de las primeras figuras nacionales de Cuba. A la izquierda, cuelga la imagen de Carlos Manuel de Céspedes, dueño de una plantación de azúcar que desafió todas las expectativas cuando lanzó la primera guerra por la independencia de Cuba el 10 de octubre de 1868 dirigiéndose a sus esclavos como «ciudadanos» y ofreciéndoles la libertad por unirse a la lucha. A la derecha se ve a Tomás Estrada Palma, uno de los primeros defensores de la soberanía cubana en la misma época que, sin embargo, traicionó a sus compatriotas cuando asumió el liderazgo civil de la Guerra de Independencia de 1895 tras la muerte de José Martí. A continuación, Estrada Palma socavó sistemáticamente la democracia electoral a partir de 1902, cuando aceptó hacer campaña para ser el primer presidente de Cuba a finalizar la ocupación militar estadounidense que había comenzado cuatro años antes. Para regocijo de los funcionarios estadounidenses y de los conservadores cubanos que deseaban devolver a Cuba en la medida de lo posible a una economía de plantación y acabar con las demandas de igualdad de los veteranos negros cubanos, Estrada Palma pudo, gracias a los militares estadounidenses, presentarse a las elecciones sin oposición. Esa situación era un mal presagio para la nueva República, que el presidente Estrada Palma inauguró el 20 de mayo de 1902, jurando su cargo, no en público ante una multitud, sino en el antiguo salón del trono del gobernador colonial español. Museo de la Revolución (antiguo Palacio Presidencial), La Habana, 2016.