Para gran alegría de los cubanos residentes en el extranjero que regresaban como turistas a visitar a sus familiares en la isla, Raúl Castro desmanteló varias de las prohibiciones estatales para que los nacionales cubanos pudieran participar o disfrutar de las instalaciones y servicios turísticos del país. Una de las más útiles de sus reformas se aplicó a los coches de alquiler. Por primera vez, los extranjeros o los cubanos que viven en el extranjero podían asignar la tarea de conducir los coches de alquiler de la agencia estatal a los residentes locales. La mayoría de los conductores extranjeros no pueden descifrar la señalización de la época soviética de Cuba y así evitar la extrema vigilancia de la policía cubana encargada de las cuotas de infracciones de tráfico para aumentar los ingresos del Estado.
