La supervivencia de restos históricos del pasado de Cuba por toda la isla puede resultar a veces una experiencia sorprendente, sobre todo cuando su ironía es difícil de transmitir con palabras. Caminando por una calle de La Habana en el otoño de 2012, me encontré con un cartel en la acera que una vez había anunciado la oficina de un periódico de la era precomunista, parte de la prensa diaria independiente de la República, una vez floreciente. La oficina en sí había sido ocupada por familias que la habían reconvertido en vivienda años atrás. Al menos una familia sigue viviendo allí, como demuestran la ventana con contraventana y los tablones de madera desparejados que forman la pared exterior. Sin embargo, el nombre del periódico, Cuba Libre, habla alto y claro desde su resistente lugar en el suelo. La Habana, marzo de 2013.
