Desde mediados de la década de 1990, los músicos negros cubanos han comenzado a rediseñar el género afroamericano del hip-hop y el rap de una manera que nadie esperaba. A diferencia de las generaciones anteriores de músicos que actuaron y grabaron durante las tres primeras décadas del régimen comunista, los artistas de rap de la década de 1990 se beneficiaron de una reforma del Período Especial que permitió a los artistas producir, comercializar y vender sus productos creativos (en este caso, la música) con independencia del Estado. Para Raudel y otros pioneros del rap cubano, como Soandres del Río Ferrer (que también visitó la clase del profesor Guerra un año antes), esto significaba que podían eludir a los censores comunistas y contar al mundo el profundo racismo anti-negro que florecía entre las instituciones gubernamentales, la policía y los ciudadanos de a pie de Cuba, a pesar de las afirmaciones en contra. Gracias a la política de apertura del presidente Obama, estudiantes de la UF como Ashley Mayor pudieron hablar del rap negro cubano y de las letras de las canciones de Raudel «en vivo y en directo».
