Hasta la década de 1990, el gobierno cubano proporcionaba una generosa ración de cigarrillos de fabricación nacional a todos los adultos, a pesar de su compromiso declarado con la salud pública y a pesar del conocimiento de que fumar -especialmente cigarrillos- provoca cáncer. Con el tiempo, esta medida se suprimió, supuestamente porque los cubanos que no fumaban pero conseguían paquetes de cigarrillos baratos gratis los intercambiaban con fumadores locales en el mercado negro o los vendían directamente a extranjeros por una miseria de lo que costaban las marcas oficiales del Estado en divisas fuertes. Aunque no contienen aditivos y se fabrican con los tallos, en lugar de las hojas, del tabaco autóctono de la isla, de calidad superior, los cigarrillos cubanos son muy adictivos. Además, el Estado sigue enfrentándose al dilema de promover sus políticas de salud, especialmente entre los visitantes extranjeros, mientras intenta venderles cigarrillos cancerígenos para que los fumen a su antojo. Esta cajetilla refleja la paradoja cubana en su singular etiqueta de advertencia: Su salud depende de usted. ¡NO FUMES! Matanzas, junio de 2016.
