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Taxis colectivos interprovinciales alineados y esperando pasajeros en el Parque de la Fraternidad de La Habana, 2011

Tal vez nada sea más emblemático del ingenio y la persistencia de los empresarios cubanos que los coches americanos, ahora de más de 70 años, que los conductores han reconstruido y mantenido utilizando piezas hechas a mano y «canibalizadas» de camiones de fabricación soviética, tractores o incluso alguna rara importación coreana o japonesa. Hasta hace poco, los conductores cobraban una tarifa fija por persona para conducir desde La Habana a prácticamente cualquier ciudad importante en las carreteras nacionales del país: de La Habana a Pinar del Río costaba el equivalente a 5 dólares; de La Habana a Cienfuegos 25 dólares y hasta 85 dólares o más para llegar a la lejana Santiago. Debido a que los extranjeros y los que pagan en moneda extranjera tienen prioridad de asiento en los autobuses interprovinciales del país, los cubanos que no pueden permitirse esos coches y sólo pueden pagar su asiento en moneda cubana tienen que esperar -a menudo durante días- para conseguir un asiento en un autobús.