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Leyenda del teléfono de oro macizo

14 de marzo 1957, un día después de sobrevivir a un intento de asesinato por parte de un comando liderado por estudiantes, el dictador Fulgencio Batista recibió la famosa visita de felicitación del embajador estadounidense Arthur Gardner. Éste le llevó un teléfono de oro macizo como regalo personal de la Cuban Telephone Company, filial del histórico monopolio estadounidense AT&T. En aquella época, los cubanos despreciaban ampliamente a la compañía telefónica por subir arbitrariamente sus tarifas. En 1949, un movimiento nacional de protesta encabezado por el senador Eduardo Chibás obligó al entonces presidente Carlos Prío Socarrás a intervenir y anular lo que había sido una subida de tarifas del 50%. Sin embargo, inmediatamente después de que Batista derrocara a Prío Socarrás, último presidente electo de Cuba, la Compañía Telefónica de Cuba volvió a imponer la subida masiva de tarifas. Esta vez se mantuvo, gracias al apoyo del autoproclamado «presidente» Batista. Como era de esperar, el teléfono dorado pasó a simbolizar la corrupción del régimen, así como su dependencia del respaldo combinado del gobierno y las empresas estadounidenses para mantenerse y legitimarse. Tras la huida de Batista y la consolidación de un gobierno revolucionario de transición en 1959, su nuevo Ministerio de Recuperación de Bienes Malversados subastó el teléfono de oro original para recaudar fondos para los pobres del campo. Esta réplica, aunque carece del mismo brillo, así como de cualquier forma de descripción para los visitantes, pretende sin duda mantener vivos estos recuerdos. Museo de la Revolución (antiguo Palacio Presidencial), La Habana, 2016.