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Los tesoros nacionales de Bacardí:

Al final de la tercera guerra por la independencia de Cuba, cuando la intervención militar y la ocupación de Estados Unidos acabaron con el sueño de soberanía nacional de los patriotas, Emilio Bacardí se forjó un claro camino de redención haciendo lo que pocos de sus compañeros de clase se planteaban siquiera: Empezó a rastrear el campo en busca de posesiones personales y reliquias de los libertadores blancos y negros de Cuba, como la hamaca tejida a mano de Antonio Maceo, las medias de seda hechas por su mujer y la pequeña cruz hecha a mano que una vez marcó la tumba de Maceo. Bacardí también buscó la tumba secreta del patriota Carlos Manuel de Céspedes, el hacendado que lanzó la primera guerra de independencia de Cuba cuando liberó a sus esclavos el 10 de octubre de 1868, los llamó «ciudadanos» y los instó a luchar por la libertad de Cuba como si fuera suya. Cuando los héroes cubanos morían en combate, los españoles ordenaban enterrarlos en fosas comunes, si las encontraban. En el caso de Maceo, una pequeña cruz hecha a mano marcaba el lugar donde yacía su cuerpo. Emilio Bacardí también rescató del olvido el extraordinario sarcófago que había protegido la pérdida de su cuerpo en una fosa común hasta 1910. Los soldados de Céspedes lo habían fundido laboriosamente a partir de más de 600 balas de hierro y casquillos de bala.