Casi tan pronto como Raúl Castro amplió las categorías legales para el trabajo por cuenta propia y la contratación de personal por parte de las pequeñas empresas en 2009-2011, los cubanos emprendedores se aprovecharon rápidamente. Cobrando lo que la mayoría de los cubanos consideraban una miseria, jóvenes instructores de gimnasio y atletas retirados comenzaron a ofrecer clases de ejercicio en grupo a primera hora de la mañana como ésta. Muchos atrajeron a personas mayores hambrientas de compañía, comunidad y el sentido de solidaridad alegre que surge de aprender rutinas de ejercicio coordinadas y poner en práctica sus habilidades.