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Trinidad de Cuba, donde «el azúcar se hacía (antes) con sangre»

Fundada en las dos primeras décadas tras la llegada de los españoles al Nuevo Mundo, Trinidad de Cuba es una joya antigua. En cada una de sus facetas se refleja tanto el inimaginable dolor humano de cientos de miles de esclavos que trabajaron hasta la muerte para producir azúcar como la magnífica riqueza que su dolor generó para los plantadores esclavistas, los traficantes de esclavos y España. Las calles de Trinidad están pavimentadas con el lastre de los barcos (hecho de piedras volcánicas llamadas adoquines). Al llegar a puerto, vaciaban sus bodegas y las rellenaban con toneladas de azúcar destinadas a los mercados de Europa y, en la década de 1820, sobre todo de Estados Unidos. Los lugareños dicen que cada piedra del camino es la lágrima de un esclavo. Aquí y en toda Cuba, los esclavos, la gente de color libre y sus aliados tenían un dicho común a lo largo del siglo XIX: El azúcar se hace con sangre. (Fotografías de Matt Joseph Pessar, Ph.D.)