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Una fuente sin vallas

A diferencia de la Plaza Vieja, cuya restauración detallo más arriba en la sección «Periodo especial» de Fotodiario, esta fuente, situada en lo que antaño había sido el corazón del centro financiero y comercial de La Habana, nunca estuvo vallada para mantener alejados a los cubanos. Sin embargo, el hecho de que empezara a funcionar -es decir, que saliera agua regularmente de sus surtidores- era un espectáculo bienvenido. La belleza de estas primeras decoraciones públicas de la vida urbana de la época republicana sigue siendo fuente de comentarios entre los cubanos, que a menudo destacan el «brutalismo» de las construcciones de la era soviética y la decadencia en la que se habían sumido prácticamente todos los monumentos y lugares públicos antes de que su restauración se convirtiera en esencial para los esfuerzos del gobierno por generar beneficios del turismo.