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Una vida comunista en medallas

En Cuba, al igual que en la Unión Soviética, la práctica de distribuir pequeñas insignias de solapa como muestra del aprecio político del Estado se convirtió en rito típico del regimen comunista y siguió siendo fundamental por décadas. Los individuos recibían estos pins por participar en campañas específicas del gobierno para enseñar a los adultos analfabetos, plantar decenas de miles de arbustos de café, cortar caña de azúcar, movilizarse para la defensa contra una posible invasión de Estados Unidos y cosas similares. Sin embargo, como refleja esta colección, los pins también diferenciaban a ciertos leales. Elegido en la Juventud Comunista el año de su fundación (1965) y elevado al Partido Comunista a los veinte años, el propietario de esta colección de medallas las tiró todas a la basura en 2006 porque su hermana en Estados Unidos lo había reclamado para la «reagrupación familiar» y necesitaba eliminar las pruebas de su militancia partidista de toda la vida para poder optar a ellas. Desde 1960 hasta finales de los años 90, estas medallas documentan los altibajos de la Revolución Cubana, así como el papel de un hombre en ella. Guardaespaldas personal de uno de los hijos de Fidel Castro durante años, disfrutó de prebendas como servir de juez en una competición de levantamiento de pesas en los Juegos Panamericanos (para la que no tenía ninguna cualificación), así como de viajes a la Unión Soviética. Hoy, este hombre vive en Miami y disfruta de los beneficios de la residencia permanente. Gracias a su hijo, la verdadera historia de su vida como comunista en Cuba sobrevive en las Colecciones Especiales de la Universidad de Florida.