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Día del Patriota Cubano, 1958

Desde la década de 1920, los cubanos habían celebrado como fiesta nacional el cumpleaños de José Martí, el escritor nacionalista y principal líder civil de la Guerra de Independencia de Cuba contra España de 1895. En 1953, sin embargo, la recién instalada dictadura de Fulgencio Batista presidió una serie de actos de un año de duración para conmemorar el Centenario del nacimiento de Martí, en lugar del régimen democrático que los había planificado. Incluyó el “Día del Patriota Cubano” que se celebraría en las escuelas públicas. Quizás un reflejo de la distorsionada historia revisionista de Cuba de Batista, las escuelas continuaron exigiendo a los niños que se vistieran como “patriotas” que habían luchado en la Guerra de 1895 por el Centenario cada año. Fotógrafos privados, enviados para grabar retratos de los niños disfrazados, vendían fotos como éstas como recuerdos familiares. En estos retratos, mi primo Luisito iba vestido de vaquero y Diego de campesino rebelde cubano (mambí). Cuando vi estas fotos por primera vez en 1997, le pregunté a la madre de mis primos, Norma, por qué Luisito se parecía a John Wayne. Me explicó que sus profesores le habían dado instrucciones para que hiciera estos disfraces y, ya fuera por timidez o por un sentimiento subconsciente de miedo, no discutió la petición, a pesar de que pensaba que era, literalmente, insultante. ¿Se trataba de un esfuerzo por convertir a los principales apoyos políticos de Batista en “héroes” y no en enemigos de la democracia cubana? Después de todo, a los soldados estadounidenses se les estaba dando la misma categoría que a los “patriotas” cubanos en esta visión. Sin embargo, el ejército estadounidense había intervenido en la guerra en la primavera de 1898 con el objetivo de transferir la soberanía de Cuba de España a Estados Unidos para impedir que los revolucionarios -a quienes los oficiales estadounidenses consideraban inferiores racialmente- gobernaran una Cuba libre. En la década de 1950, la administración Eisenhower proporcionó a Batista prácticamente lo mismo: toda la “ayuda” militar que quisiera y, en su mayor parte, un apoyo incondicional a su régimen profundamente corrupto y moralmente en bancarrota. Colección personal de Lillian Guerra.