A finales de la década de 1960, St. George había perdido toda esperanza de que algún grupo armado de exiliados lograra derrocar al régimen comunista cubano, sobre todo porque sabía que la dependencia de Estados Unidos, y a menudo de la financiación de la CIA, socavaba su credibilidad, especialmente en Cuba. Para su sorpresa, uno de los gigantes de la red terrorista en la que se había apoyado el ex dictador cubano Fulgencio Batista comenzó a operar abiertamente en Miami en 1965. Dirigida por el ex senador, exiliado republicano español y leal a Batista Rolando Masferrer, la milicia adoptó el mismo nombre que había tenido en Cuba: Los Tigres. Famosos por las atrocidades que cometieron contra civiles en nombre de Batista, los Tigres de Miami eran en su mayoría ciudadanos estadounidenses. Su mediana edad y su mediocre condición física no los hacían menos peligrosos.