Algunos de los recuerdos más intensos que conservamos están incrustados en los frágiles vestigios de una experiencia impactante que una vez sentimos profundamente pero que ya no podemos describir del todo. Ernesto Chávez conservó estas cintas durante décadas. En una de ellas se puede leer Patria o Muerte, la histórica revisión de Fidel Castro del mantra original de la Revolución de 1959, Patria y Libertad. La otra cinta conmemora el Congreso Latinoamericano de la Juventud de 1960, una conferencia de varios días en La Habana, financiada por el gobierno cubano y con todos los gastos pagados, que más tarde imitó directamente a su primo soviético, los festivales de “los jóvenes y los estudiantes” que la Unión Soviética llevaba años celebrando en Europa. Hijo de padres urbanos de medios modestos, Ernesto recordaba el viaje a través de la lente de un apagado deleite emocional que a menudo me describía como inocencia, ingenuidad juvenil: alojados en el Hotel Nacional de cinco estrellas, él y otros del programa de profesores de Minas del Frío se sentían como estrellas de rock. Dondequiera que fueran en aquellos días, eran admirados públicamente por adultos, asistentes extranjeros y compañeros activistas como héroes marxistas en formación, destinados a difundir el modelo de revolución cubana en el extranjero. Colección Ernesto Chávez, Universidad de Florida.
