En 2016, el Historiador de la Ciudad de Baracoa, Dr. Alejandro Hartmann, me llevó en un tour relámpago por los chocolateros y «fabricantes» de chocolates artesanales en las montañas cercanas a la ciudad. Aunque nadie podía estar más impresionado que yo con el exquisito sabor del chocolate de cosecha propia, tostado y moldeado a mano por el que era conocida la región (¡mucho antes de Colón!), quedé igualmente asombrado por la artesanía de una amiga de Hartman que quería venderme algunas de las muñecas de trapo que hacía para los niños de la zona y el recién surgido mercado turístico de la zona. Pero lo que más me impresionó fueron los bolsos que hacía la Señora Duaba. En un caso, utilizó hilo reciclado y la parte superior de latas de refresco para tejer un bolso funcional y elegante para una de sus nietas. En el otro, limpió, secó y cortó tiras de tubos de dentífrico usados para hacer un bolso más elegante sin ningún otro material. A falta de un botón para rematar el cierre, creó uno apilando trozos doblados de un tubo de dentífrico usado y cosiéndolos con hilo. «Aquí se inventa con lo que nunca se ha inventado», se ríe su marido.