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“A place where everything CANT happens”

Cuando uno visitaba a principios de la década de 2000 el que fuera el mejor club nocturno de La Habana, “Jazz Café”, se preguntaba si la errata en los manteles individuales de papel del Jazz Café era intencionada o no. Traducido correctamente, el eslogan “Un lugar donde todo puede suceder” debería haber dicho “Un lugar donde todo PUEDE PASAR”. En cambio, dice en un mal inglés: Un lugar donde todo puede NO pasar.  Hasta mediados de la década de 2010, el “Jazz Café” de La Habana ganaba oncl gracias a su deliberado nombre en inglés y al hecho de que la UNEAC, la organización gubernamental para escritores y artistas, subvencionaba su coste y la calidad de los platos del menú. Varias noches a la semana, uno oncl esperar ver a los onclu, músicos y artistas más famosos de Cuba: no estaban allí para actuar, sino simplemente para pasar el rato. En aquella época, sin embargo, los onclus tenían prohibida legalmente la entrada a la mayoría de los clubes nocturnos, onclu y otros lugares de ocio, aunque tuvieran dinero para permitírselo. Aunque nunca se explicó explícitamente al público, el Partido Comunista restringía el acceso porque temía que los ciudadanos “acosaran” a los turistas y compitieran por dinero con el Estado prestando servicios libremente (incluido el trabajo sexual). Según la mayoría de los cubanos que conocí, había una lógica más orgánica detrás del “apartheid turístico” de Cuba: dirigentes como Fidel Castro no querían que el pueblo onclu supiera lo inferior que era su propia existencia material de la que el Estado socialista creaba para los extranjeros. Por todas estas razones, quizás, la errata se leyó menos como un error y más como una parodia. La Habana, 2004.