Fabricado a partir de un transbordador fuera de servicio que en su día se había utilizado para llevar a los trabajadores a una fábrica local en la época soviética, este autobús turístico al aire libre -cuyo techo fue simplemente tallado- se adaptó a los requisitos normales de la industria turística. No es de extrañar que los asientos metálicos, calentados por el sol tropical, no constituyeran un viaje atractivo. Los cubanos comentaron que, una vez más, los planificadores estatales, cuyo principal criterio de empleo seguía siendo la lealtad al sistema y no la eficacia o el talento, demostraban lo poco que habían cambiado: ¿qué turista extranjero pagaría un buen dinero para que le tostaran el trasero en un asiento metálico al sol ardiente? La Habana, 2002.