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Diversas formas de transporte que reflejan la historia política de un Estado comunista – mayo de 2005

Con el auge de la «Revolución Bolivariana» de Hugo Chávez en Venezuela, los dirigentes cubanos volvieron a negociar en privado ciertos servicios secretos a cambio del acceso a petróleo y gas baratos. Como resultado, las calles de La Habana, aunque nunca fueron un lugar de «atascos», comenzaron a mostrar las múltiples clases de usuarios cuyo acceso a cualquier forma de transporte independiente reflejaba una relación política pasada con el estado comunista. Las Ladas de fabricación soviética (como la que se muestra a la derecha) iban a parar a profesionales estratégicos de la sociedad, como los médicos; a informadores y agentes del Ministerio del Interior; y a otros cuya lealtad política debía ser recompensada en los años 70 y principios de los 80, cuando se «vendían». Las motos también fueron durante años una marca de estatus político y prestigio ideológico, aunque la venta ilegal por parte de los propietarios en los años 90 (hasta la reciente legalización de la venta privada) «democratizó» el acceso. En esta fotografía también aparecen campesinos que se aferraron a una versión cubana de la carroza fabricada antes de 1959 y conocida como la araña, y que también consiguieron conservar o recuperar la propiedad de un caballo. Los conductores de arañas volvieron a la carga en la década de 1990, cuando las antiguas prohibiciones o limitaciones de los vehículos tirados por caballos desaparecieron con las necesidades nacionales urgentes. Por último, los taxis colectivos amarillos y negros de propiedad estatal, a menudo llamados críticamente avispas, siguieron ofreciendo tarifas fijas (aunque elevadas) a los ciudadanos en función de las rutas regulares de taxi por la capital que se establecieron ya en los años 20 con los primeros vehículos motorizados y carritos. Estos taxis han desaparecido en los últimos años, pero sus rutas, hasta principios de la década de 2010, se extendían por toda la ciudad, llegando a sitios como el Hospital de la Liga Anti Ceguera de Cuba, el mejor y único instituto oftalmológico del país desde su fundación mucho antes de 1959 hasta la actualidad.