Desde principios de la década de 1990, Ángel Ramírez, licenciado en 1982 por el famoso Instituto Superior de Arte de Cuba y profesor de arte durante mucho tiempo, ha creado obras deliberadamente referenciales de la Europa medieval. Al igual que las inquietantes imágenes macabras de su mentora Antonia Eiriz y el cronista realista de la conciencia (al que la censura estatal obligó a exiliarse), Tomás Sánchez, Ramírez comenta la Cuba contemporánea a través de la exploración visual de los tabúes. Las paradojas del poder y las reproducciones irónicas de los conceptos antimodernos de tiempo, perspectiva y producción resuenan en su obra. Aunque parezca europea y, por tanto, extranjera en su imaginería, obras como La Madre son profundamente cubanas: aquí Ramírez retrata la encarnación de una monarca cuyo control y alcance son tan abarcadores, tan totales, que trascienden incluso la condición patriarcal que infantiliza a otros para colonizar el papel y el concepto de género de una madre. Fotografié esta pieza recién terminada mientras yacía en el suelo del estudio de Ramírez en La Habana Vieja.
