Una característica externa común de muchas casas en las ciudades cubanas es el uso de ladrillos, cemento y vallas de alambre para literalmente amurallar las miradas intrusas y no simplemente disuadir a los posibles ladrones. A ojos extranjeros, estos esfuerzos destruyen inexplicablemente la estética de muchas casas antaño majestuosas construidas durante la Edad Gremial cubana de principios de la República, así como sus numerosos apartamentos y casas de campo modernos de mediados de siglo. Sin embargo, si se visitan las ediciones anteriores de Fotodiario que documentan este fenómeno, es fácil comprender cómo puede adoptar esta norma un país en el que todos los ciudadanos están obligados a fisgonear a los demás y denunciar las transgresiones tanto económicas como políticas. Los interiores de las casas particulares, por el contrario, sorprenden a menudo por su tranquila belleza y los numerosos pequeños detalles que los convierten en santuarios privados. Ciudad de Pinar del Río y Centro Habana, noviembre de 2011.
Fotografías de Reny Díaz Arango y Lillian Guerra.