La coincidencia del colapso de la Unión Soviética con el centenario de la última guerra de independencia de Cuba en la década de 1890 podría haber sido desastrosa simbólicamente para el régimen comunista: después de todo, Fidel había sostenido desde su discurso de victoria antes del amanecer del 1 de enero de 1959 en Santiago de Cuba que el gobierno revolucionario era el cumplimiento largamente esperado de la soberanía nacional prometida por Antonio Maceo y José Martí en la Guerra de 1895. Irónicamente, sin embargo, la adopción por parte del gobierno comunista de reformas capitalistas y la elevación del turismo extranjero a la base de la economía estatal entre 1991-1993 habían invertido en realidad la soberanía nacional tal y como el propio Fidel Castro la había definido sistemáticamente. Por esta razón, muchos cubanos comentaban constantemente la campaña propagandística del gobierno para encubrir sus retrocesos insistiendo en la continuidad histórica con el pasado heroico de Cuba. Ejemplos claros de ello gritaban en vallas publicitarias del gobierno como éstas. Una, que reza «Como en Baraguá. Intransigentes«, el gobierno equipara la negativa del general Maceo a comprometer la independencia de Cuba y la abolición de la esclavitud firmando un acuerdo de paz con España en 1878 con la negativa del Estado Comunista a negociar con Estados Unidos. (Diciembre de 1998) Una segunda, muestra a un veterano de edad avanzada con un sombrero de campesino y un viejo fusil junto a imágenes de soldados defendiéndose de invasores entrenados por la CIA en Bahía de Cochinos en 1961. También cita a Fidel: «Somos hoy una fuerza colosal y podemos seguirlo siendo.» Por más razones que quizás nunca antes, pocos cubanos estuvieron de acuerdo. (Junio de 1999)