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Arenas Doradas – diciembre de 1996

Con el colapso de la Unión Soviética y su subvención anual de 4.400 millones de dólares a la economía cubana en 1991, Fidel Castro y sus compañeros comunistas cambiaron repentinamente su condena a los inversores capitalistas extranjeros y al turismo de lujo para abrazar a ambos. El Estado comunista también abrió complejos turísticos de propiedad del gobierno para los turistas extranjeros, como éste, Arenas Doradas, situado en la playa de Varadero. Como la mayoría de los hoteles, el Arenas Doradas contaba con un excedente de profesionales cubanos que pasaron de trabajar como científicos y médicos a servir mesas y atender el bar porque estos trabajos ofrecían un salario mucho mayor y porque el gobierno también quería asegurar la lealtad política de los ciudadanos educados mediante un sistema de recompensas materiales. La mayoría de los cubanos estaban profundamente resentidos con estos hoteles y complejos turísticos porque el gobierno les prohibía entrar o pasar la noche en ellos, una política que los cubanos llamaban «apartheid turístico» hasta que Raúl Castro (supuestamente) puso fin a la prohibición en 2008 como parte de un nuevo paquete de reformas.