Apodado “la aspirina” por los cubanos, este coche diminuto fabricado en la Polonia controlada por los soviéticos se llamaba más formalmente El Polki. De palanca de cambios y extremadamente eficiente en el consumo de combustible, el Polki de Tiki había sido una recompensa concedida a mi abuela, Aurora Almirall, en 1963 con motivo de su jubilación como maestra de escuela rural tras 43 años de servicio público. ENERO Y MAYO DE 1997.