La dependencia de Cuba del petróleo soviético y de las piezas de los vehículos de transporte público, en su mayoría de fabricación soviética, hizo que el transporte público del que dependían los ciudadanos para ir al trabajo, a la escuela, a casa o prácticamente a cualquier sitio se paralizara prácticamente entre 1991 y 2000. El Estado optó por comprar millones de bicicletas chinas y venderlas a 25 dólares cada una a los ciudadanos. Sin embargo, increíblemente, el Estado comercializó con éxito el vacío de carreteras y calles a los extranjeros como una cualidad única y atractiva para los interesados en el ciclismo de competición y los tours ofrecidas por las agencias del gobierno cubano. Probablemente, pocos participantes tuvieron en cuenta la ironía. Esta foto fue tomada en una autopista totalmente libre de coches a primera hora de la mañana, a unos cincuenta kilómetros de La Habana. Autopista, octubre de 1996.