Como gran parte de las viejas y arruinadas reliquias coloniales de Cuba, la Plaza Vieja de La Habana Vieja fue sometida a restauraciones ordenadas por organismos gubernamentales cubanos respaldados por la UNESCO, a partir de finales de la década de 1990. Se «invitó» a los residentes que llevaban décadas sufriendo el derrumbe de los techos y, lo que era más importante, un sistema de abastecimiento de agua profundamente dañado, a trasladarse con la promesa de un nuevo hogar. Tras muchos años en los que los que renunciaron a sus apartamentos seguían viviendo en instalaciones «provisionales» fuera de La Habana, los que resistieron siguieron haciéndolo. También empezaron a utilizar la enorme fuente restaurada para recoger agua y lavar la ropa como habían hecho los cubanos en la época colonial. Horrorizados, los funcionarios instalaron rápidamente una valla metálica de 12 pies de altura alrededor de la fuente, ¡quizás la única de su clase! La valla permaneció en pie hasta los primeros años del gobierno de Raúl Castro, como se explica e ilustra en las imágenes de esta serie.