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“Su amor me escogió a mí”

En el verano de 2001, mis alumnos y yo nos detuvimos cerca de la ciudad de Cruces para visitar las ruinas del Ingenio Santa Catalina, una plantación azucarera del siglo XIX. En el apogeo de la esclavitud, sus gerentes utilizaron célebremente palomas mensajeras para dirigir el trabajo de los esclavos y enviar mensajes a los campos. Debido a que la falta de transporte durante el Periodo Especial hacía que Santa Catalina estuviera extremadamente aislada, nos sorprendió gratamente encontrarnos con un gran número de campesinos viviendo allí. Todos ellos conocían la historia de las palomas, pero la historia de una, una señora a la que los vecinos llamaban La Halconera, nos fascinó mucho más: nos contó que había rescatado a este pequeño halcón cuando era una cría, cuando sufrió la rotura de un ala. Subespecie cubana del halcón de alas anchas que lleva mucho tiempo en peligro de extinción, el ave no era una mascota y nunca durmió en una jaula. Verdaderamente libre, el halcón era un compañero que la visitaba todos los días, normalmente después de cazar y al que le encantaba sentarse en su cabeza, hombro o regazo mientras ella se relajaba, leía un libro o (si había electricidad) escuchaba las noticias. “Yo no elegí ser la madre de esta criatura”, dijo La Halconera. “Su amor me eligió a mí”. Municipio de Cruces, julio de 2001.