A principios de la década de 1990, muchos cubanos albergaban la esperanza de que pequeñas empresas artesanales y cooperativas estatales como ésta pudieran prosperar bajo la doble barrera al capitalismo neoliberal que representaban conjuntamente el monopolio del Partido Comunista Cubano sobre el control económico y el embargo estadounidense. Nos equivocamos. Desde entonces, el Estado comunista cubano se ha convertido en el principal socio de las multinacionales extranjeras en la defensa de unas normas de «libre comercio» y producción globalizada que no difieren de las de sus rivales tradicionalmente capitalistas: en las empresas mixtas y zonas francas de Cuba no hay transparencia dentro de las fábricas, pero sí mucha mano de obra barata, protecciones laxas y normas de conducta estrictamente vigiladas para que las sigan los trabajadores. Estas condiciones acompañaron el auge de las corporaciones estatales dirigidas por oficiales de las Fuerzas Armadas Revolucionarias y el colapso de reliquias económicas de la era soviética fotografiadas aquí: una cooperativa de tejedoras dedicada a fabricar sombreros, objetos decorativos y, años antes, ropa para los trabajadores agrícolas locales y uniformes escolares para niños. Puerta de Golpe, Pinar del Rio, noviembre 1996.
![](https://cubanstudies.history.ufl.edu/wp-content/uploads/sites/173/5.State-Weaving-Coop1997.jpg)