Cuando la adopción del socialismo elevó al Partido Comunista de Cuba a la cúspide del poder en 1961, sus dirigentes actuaron para remodelar el paisaje de la memoria y la historia de La Habana eliminando, desfigurando o destruyendo los monumentos más emblemáticos de la época de la República en un tiempo récord: la mayoría de las fuentes afirman que “la operación” se produjo de la noche a la mañana. Ningún objetivo era más representativo del control político de Estados Unidos sobre Cuba que un monumento construido a mediados de la década de 1920 al Maine, un buque naval estadounidense cuya explosión (ahora aparentemente accidental) en el puerto de La Habana que causó la muerte de 266 oficiales y tripulantes en febrero de 1898. Los que querían que Estados Unidos interviniera militarmente en la entonces Guerra de Independencia de Cuba contra España para asegurar los intereses de las grandes empresas aprovecharon la tragedia del Maine y, después de que Estados Unidos interviniera, se podría decir que consiguieron exactamente lo que habían querido por generaciones. En 1961, los comunistas marcaron su victoria sobre este pasado derribando el águila gigante de bronce que una vez coronó el pedestal de este monumento. Desde entonces se ha debatido el destino de las piezas del águila, pero algunas se expusieron temporalmente. Aparecieron junto a bustos profanados de imperialistas estadounidenses declarados, como el presidente Teddy Roosevelt, en el Museo de la Ciudad de La Habana en la década de 1990, casi exactamente cien años después de que la explosión del Maine pusiera en marcha tantos acontecimientos determinantes en la historia de Cuba. LA HABANA, OCTUBRE DE 1996.