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“EL ARTE ES UN ARMA DE LA REVOLUCIÓN”

Anunciado por primera vez por Fidel Castro en 1967, lo que podría haber sido un simple comentario improvisado en cualquier otro contexto se convirtió rápidamente en una política y un eslogan de décadas que exigía la adhesión de todos los artistas, escritores y trabajadores de la cultura. Los censores estatales del Ministerio de las Fuerzas Armadas Revolucionarias, los altos militantes del Partido Comunista y los diversos organismos estatales que regían la cultura decidieron exactamente cómo el arte de cualquier tipo podía ser un “arma”. La experiencia demostró que esto significaba la adhesión ideológica no sólo a las campañas lanzadas por el Partido Comunista, sino también a las imágenes que retrataban el comunismo, sus líderes y su historia siempre bajo una luz favorable, triunfante y aspiracional. A partir de 1991, se permitió a los artistas hacer y vender su arte directamente a los compradores sin la interferencia de una galería o agente gubernamental. Esta libertad se detuvo de golpe en 2018 cuando el Estado dio marcha atrás, lo que provocó las protestas y la oposición lideradas por artistas que han galvanizado a millones de cubanos isleños desde entonces. EL ESCAMBRAY, JUNIO DE 2000.

 

 

A medida que este sitio web se acerca a su segundo año de exploración y reflexión sobre las lecciones de Cuba para el mundo, también somos testigos de la continua huida de más de medio millón de cubanos de la isla hacia Estados Unidos. Desde 2022, los líderes comunistas más antiguos de Cuba -como Raúl Castro, Ramiro Valdés y otros- han presidido un Estado capitalista de amiguetes visiblemente consolidado, defendido por una minúscula élite política y un enorme aparato de seguridad. Las políticas interesadas y los mecanismos legales decretados recientemente para reprimir la disidencia también reflejan una gran ironía histórica: la misma dictadura de Fulgencio Batista que estos líderes derrocaron en su día ha vuelto a florecer. Dado el permanente estado de crisis de Cuba y las políticas extrañamente estancadas de las dos últimas administraciones estadounidenses, esta edición de Fotodiario echa la vista atrás al Periodo Especial, la era postsoviética de los años 90 y principios de los 2000, que sumió a todos los isleños en una crisis divisoria de proporciones surrealistas. Gemas del Archivo y Ex-Libris celebran la adquisición por la UF de la Colección Eduardo “Guayo” Hernández, increíble testimonio del papel democratizador del periodismo cubano, antaño independiente. Esperamos que esta edición despierte la curiosidad, el conocimiento, el análisis y el valor de debatir y considerar qué tipo de cambio podría beneficiar más a los cubanos entre todos nuestros espectadores de Estudios Cubanos.