Según se rumoreaba, Eusebio Leal, director de la Oficina del Historiador de La Habana, modeló sus esfuerzos por revitalizar los espacios públicos de La Habana Vieja siguiendo las prácticas del Williamsburg Colonial, del estado de Virginia, contratando y vistiendo a residentes locales con los estilos de la época colonial cubana. El problema, sin embargo, como señalaron muchos visitantes extranjeros, era que los «estilos de la época colonial cubana» parecían diseñados para blanquear, silenciar o simplemente ignorar la realidad histórica que definía todos los aspectos de la vida en Cuba en siglos anteriores: la brutalidad y omnipresencia de la esclavitud. Peor aún, cuando se les preguntaba, muchas residentes locales contratadas para pasear por las plazas con pañuelos de colores en la cabeza y vestidos vaporosos respondían a menudo a la pregunta: «¿Quién se supone que es? —Esclavas». Mi amigo y colega, el Dr. Manuel Barcia, ahora de la Universidad de Leeds, que entonces trabajaba en la Oficina de Leal, me dijo lo que debían decir en su lugar: «mujeres de mercado del siglo XIX». Es difícil saber quién tiene más razón, me dijo con una mirada de desprecio. Plaza de la Catedral, La Habana Vieja, 1998.