En una sola noche de 1961, el Partido Comunista de Cuba llevó a cabo una “operación relámpago” que eliminó físicamente todas las pruebas de los monumentos emblemáticos de La Habana de lo que los dirigentes consideraban el pasado imperialista de Cuba. Algunos ejemplos famosos fueron el derribo de la enorme águila de bronce que coronaba el monumento al Maine, un buque de guerra estadounidense. Su destrucción (probablemente causada por una explosión interna) empujó a los funcionarios estadounidenses a respaldar la intervención militar estadounidense de 1898 en Cuba, que detuvo el triunfo de las fuerzas rebeldes cubanas sobre España e inició décadas de injerencia estadounidense en los asuntos cubanos. Menos conocida y más objetable para muchos cubanos fue la eliminación de monumentos en la Avenida de los Presidentes de La Habana a los presidentes electos de la era republicana de Cuba. Cuando en 1961 unos operarios se mostraron incapaces de retirar los zapatos de la base de la estatua de Tomás Estrada Palma, primer presidente de Cuba, surgió el chiste de que Don Tomás se vengaría: ¡hasta el día de hoy, ningún otro artículo de primera necesidad ha estado menos disponible mediante racionamiento o para su compra en la Cuba gobernada por los comunistas que los zapatos! LA HABANA, MAYO DE 2001.
A medida que este sitio web se acerca a su segundo año de exploración y reflexión sobre las lecciones de Cuba para el mundo, también somos testigos de la continua huida de más de medio millón de cubanos de la isla hacia Estados Unidos. Desde 2022, los líderes comunistas más antiguos de Cuba -como Raúl Castro, Ramiro Valdés y otros- han presidido un Estado capitalista de amiguetes visiblemente consolidado, defendido por una minúscula élite política y un enorme aparato de seguridad. Las políticas interesadas y los mecanismos legales decretados recientemente para reprimir la disidencia también reflejan una gran ironía histórica: la misma dictadura de Fulgencio Batista que estos líderes derrocaron en su día ha vuelto a florecer. Dado el permanente estado de crisis de Cuba y las políticas extrañamente estancadas de las dos últimas administraciones estadounidenses, esta edición de Fotodiario echa la vista atrás al Periodo Especial, la era postsoviética de los años 90 y principios de los 2000, que sumió a todos los isleños en una crisis divisoria de proporciones surrealistas. Gemas del Archivo y Ex-Libris celebran la adquisición por la UF de la Colección Eduardo “Guayo” Hernández, increíble testimonio del papel democratizador del periodismo cubano, antaño independiente. Esperamos que esta edición despierte la curiosidad, el conocimiento, el análisis y el valor de debatir y considerar qué tipo de cambio podría beneficiar más a los cubanos entre todos nuestros espectadores de Estudios Cubanos.