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Mingo da el ejemplo

Quizás una de las mayores habilidades que un hombre puede aprender en Cuba es cómo matar (o como decían los campesinos, sacrificar) un cerdo sin crueldad ni sufrimiento por parte del cerdo. Donde me críe, en Marion, Kansas, la habilidad de mi padre para matar un cerdo en el patio trasero sin un solo chillido asombraba a los granjeros locales (por no mencionar a nuestros vecinos del pueblo). Lo aprendió de su padre en Pinar del Río. Pueden imaginarse mi sorpresa cuando mi tío Tiki me dijo que nadie podía sacrificar un cerdo tan inofensivamente como Domingo, cariñosamente apodado “Mingo”. O sea, que Tiki concedía que ni él lo hacía tan bien y honrosamente como Mingo. Se mostró fiel a la tarea, que era doble ya que, a diferencia de los cerdos de Kansas, ciertos cerdos cubanos (como éste) tienen una dura piel exterior que hay que quitar después de muertos con agua caliente, una azada y luego un cepillo de fregar. En estas fotos, Mingo muestra a todos cómo se hace—mejor que nadie. DICIEMBRE DE 1996.